(diariojornada.com.ar)
La reciente difusión sobre la predación de pingüinos por parte de pumas en el Parque Nacional Monte León, en Santa Cruz, generó preocupación en sectores de la comunidad por un posible impacto negativo sobre las colonias de pingüinos magallánicos. Sin embargo, especialistas aclararon que se trata de un fenómeno conocido, estudiado y sin consecuencias para la conservación de la especie.
Desde una mirada técnica y basada en evidencia científica, el licenciado en Gestión Ambiental Víctor Fratto explicó que esta interacción no es reciente ni inesperada. “No estamos frente a un fenómeno nuevo. La relación entre pumas y pingüinos viene ocurriendo desde hace varios años”, señaló.
Según detalló, esta conducta se inscribe dentro de un proceso de restauración ecológica vinculado a la creación del Parque Nacional Monte León, que permitió la recuperación de especies nativas, entre ellas el puma, un depredador tope que había sido históricamente eliminado en amplias zonas de la Patagonia.

Fratto remarcó que muchas veces estos procesos pasan desapercibidos hasta que los resultados de las investigaciones científicas se publican formalmente. “Cuando aparece un estudio, parece que el fenómeno acaba de empezar, cuando en realidad lleva tiempo ocurriendo”, explicó.
El trabajo científico recientemente publicado por investigadores nacionales e internacionales analizó en profundidad la interacción entre ambas especies y evaluó el estado de las colonias de pingüinos en Monte León. Los resultados indican que las colonias se mantienen estables e incluso muestran una tendencia al crecimiento, lo que descarta un impacto negativo de la predación.
El estudio también aportó datos de interés sobre el comportamiento de los pumas. Entre los hallazgos, se observó que aquellos que se alimentan de pingüinos presentan mayor tolerancia entre individuos, un rasgo poco habitual en una especie caracterizada por su comportamiento solitario.
Además, cuando finaliza la temporada reproductiva de los pingüinos y estos abandonan la colonia, los pumas se retiran de la zona costera y amplían su rango de desplazamiento, retomando la caza de presas en otros ambientes.
Especialistas señalaron que estas dinámicas son indicadores de un ecosistema funcional, donde las relaciones naturales entre depredadores y presas vuelven a manifestarse luego de décadas de intervención humana.
Finalmente, Fratto subrayó la importancia de desterrar viejos prejuicios sobre el puma. “El puma no es una plaga. Si tuviera una preferencia por el ganado, hoy la ganadería no existiría en la Patagonia”, afirmó. Estudios recientes coinciden en que la especie prioriza presas nativas como guanacos, choiques o liebres, y que los ataques al ganado no constituyen su principal fuente de alimento.
“Demonizar al puma es desconocer su rol ecológico. Entenderlo y gestionarlo con información científica es el único camino posible”, concluyó.
La evidencia disponible indica que la predación de pingüinos en Monte León no representa un problema de conservación, sino una señal concreta de que el ecosistema está recuperando su equilibrio natural.
En Chubut no
Según el especialista, sería difícil que una situación similar se produzca en alguna pinguinera de Chubut. "No creo que por el momento puedan suceder, ya que si bien no está permitido, nuestras colonias de pingüinos estan rodeadas de estancias donde, en muchas, se caza al puma".
Y en caso de que ocurra, el impacto sería el mismo. "En el caso de Santa Cruz,estamos hablando de un Parque Nacional de gran superficie donde no se los caza. De todos modos, si ocurriera en Chubut,sería un hecho natural y es de esperar que suceda lo mismo que en Santa Cruz, no afecte a la población de pingüinos".